El término plagiocefalia posicional quizás no le diga nada a mucha gente. Pero todos los que hemos tenido un bebé en casa hemos escuchado aquello de “cuidado, que se le va a quedar la cabeza plana”. Y digo en casa porque en mi caso las recomendaciones para evitarlo llegaron de las mamás de mi entorno y de la información que había buscado durante el embarazo. En el hospital y el centro de salud sólo me indicaron que la niña debía dormir boca arriba, pero no el motivo ni las posibles consecuencias.
¿Qué es la plagiocefalia posicional?
Se llama plagiocefalia posicional a la deformidad craneal producida por la aplicación constante de fuerzas de presión sobre la parte posterior del cráneo. Estas deformidades craneales se asociaban tradicionalmente a factores de riesgo relacionados con un ambiente restrictivo uterino y la tortícolis muscular congénita. Sin embargo, en las últimas décadas, el número de niños que sufren esta patología ha aumentado significativamente. Los hábitos posturales durante las primeras semanas de vida parecen ser los responsables.
Actualmente se recomienda que los bebés duerman boca arriba para prevenir el síndrome de muerte súbita del lactante. Esta recomendación, que está completamente avalada por su efectividad, tiene mucho que ver con el incremento de diagnósticos de plagiocefalia posicional. Pero es un riesgo que merece la pena asumir teniendo en cuenta que estos aplanamientos en la cabecita del bebé se observan con facilidad y se pueden corregir si se tratan rápidamente.
¿Cómo prevenirla?
Existen algunas recomendaciones básicas para prevenir la aparición de deformidades en el cráneo del bebé. Los cambios posturales mientras duerme son importantísimos. Muchos bebés tienden a colocar la cabeza siempre hacia el mismo lado al dormir, así que debemos estar atentos e ir alternando su posición. Pero esto, según mi experiencia, no es tan sencillo. Cuando mi hija nació, le giraba la cabecita de vez en cuando. Pero la nueva posición duraba el tiempo que tardaba en girarme…
Opté entonces por cambiar la cuna de lugar o cambiar su posición dentro de ella. Los niños tienden a colocar la cabeza hacia el lado en el que oyen ruido. Y en algún sitio leí que por las noches suelen dormir buscando a sus padres. Si estábamos en una habitación amplia, iba moviendo la cuna hasta que cambiaba el apoyo de su cabeza. Y cuando estábamos en el dormitorio (donde la cuna tenía un lugar fijo), la colocaba a veces con los pies apuntando al cabecero.
Otra recomendación es colocar al bebé sobre su barriguita cuando está despierto. Esta práctica, además de reducir el tiempo durante el que se ejerce presión sobre el cráneo, es positiva de cara a la estimulación del bebé. Pero recordad que el bebé ha de estar siempre vigilado cuando se encuentre en esta posición. Esta es otra de las recomendaciones que no pude seguir por más que me esforcé. Decir que mi hija lloraba en cuanto la poníamos boca abajo es quedarse muy corto.
Tratamiento tras el diagnóstico
El tratamiento variará en función del momento en que se diagnostica la plagiocefalia y del alcance de la misma. Para los casos más leves y de detección más temprana, el tratamiento indicado coincidirá con las recomendaciones descritas en los párrafos anteriores. Los cambios posturales son a menudo suficientes para corregir completamente la deformidad.
Si este tratamiento fracasa o la deformidad es más importante, puede prescribirse el uso de cascos moldeadores para su corrección. Por último, podría ser necesario recurrir a la cirugía. Pero esta es una opción que se reserva a los casos de plagiocefalia más graves.
Para evitar llegar a estos casos más extremos es importantísimo trasladar a los cuidadores las recomendaciones oportunas. Estoy segura de que muchísimos pediatras lo hacen. Pero a menudo se presupone que los padres tenemos ciertos conocimientos y la información llega más tarde de lo deseable.