Bautizada por los pelos

Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos.» (Nuevo Testamento, Mateo 19:14)

El pasado domingo se cumplió un año del bautizo de Daniela. Aquel 25 de febrero no fue un día agradable, aunque con el tiempo he conseguido reírme al recordarlo. Hubo momentos que no voy a compartir por respeto a quienes participaron de ellos, pero me permitiré señalar que en un evento de este tipo nadie debería ser más protagonista que el bebé. Dicho esto, voy a contaros una de las situaciones más surrealistas a las que me he enfrentado nunca.

Siempre había tenido claro que quería bautizar a Daniela lo más pronto posible, por eso empecé a prepararlo todo antes incluso de que naciera. Hice los cursillos preparatorios embarazada de ocho meses, preparé toda la documentación necesaria y la entregué tan solo unos minutos después de acabar los trámites en el Registro Civil. El único motivo por el que mi hija no se bautizo antes fue por cuestiones de agenda.

Aquel sábado a las 11:45 casi todos los invitados estábamos ya en la iglesia elegida, la misma en la que me había bautizado yo 26 años antes. Quince minutos era tiempo más que suficiente para firmar los últimos papeles y prepararnos para la ceremonia. Pero llegaron las 12:00 y el que no aparecía era el sacerdote. Veinte minutos más tarde, cuando ya todos pensábamos que aquello era un pasote, el que apareció fue el diácono de la parroquia para decirnos que ese bautizo había sido suspendido a petición de la familia.

¡¡¡¿¿CÓOOOOOOOMO??!!!

Eso fue lo único que pude pensar. El diácono comenzó a explicarme qué una mujer había acudido a la iglesia para comunicar que la madre (yo) había decidido anular el acto porque la niña «no podía bautizarse». No sabía si estaba más asombrada porque alguien hubiera hecho algo así o porque el sacerdote hubiera seguido las instrucciones sin plantearse siquiera llamarme por teléfono. La respuesta a esto último la tuve pronto: la susodicha era muy religiosa, su presencia en la iglesia era habitual y, por tanto, el sacerdote confiaba en ella lo suficiente como para no cuestionar lo que había dicho. Esa información y una descripción física bastaron para que yo supiera de quién estábamos hablando.

Finalmente el sacramento pudo celebrarse. El diácono atrasó un entierro que tenía pendiente para bautizar a mi hija. Y debo agradecerle  la bonita ceremonia que ofició, aunque yo no pude disfrutarla. Tras el enfado inicial, empezó a invadirme la inquietud. Anteriormente había compartido con esa mujer unas conversaciones que me habían hecho sentir incómoda y que, con el último acontecimiento, me preocuparon realmente. Y es que si una persona está tan jodidamente loca como para hacer algo así, ¿que pasaría por su cabeza cuando dijo «un día te voy a quitar a tu hija»?

Al día siguiente puse en marcha los mecanismos que estimé oportunos para evitar que esa señora siguiera molestándonos. Pero unas semanas más tarde, tuvimos un encuentro por la calle. Le pedí que no se acercara a mí, pero no parecía dispuesta a hacerme caso. Me marché del lugar, pero tampoco sirvió para que me dejara tranquila… Se atrevió a decirme en un tono que a mí me pareció retador que si tenía miedo a que me quitara a la pequeña. Y justo antes de conseguir librarme de ella, se atrevió a insinuar que mi hija había nacido sana gracias a sus rezos. Por suerte, desde ese día no he vuelto a coincidir con ella.

Desconozco si lo que le molestó fue mi condición de madre soltera, o que mi hija hubiera nacido gracias a un tratamiento de reproducción asistida. Dudo que tuviera algo personal contra mí porque apenas la conozco. Algunos opinan que la movía la envidia y otros que se dejó llevar por el aburrimiento…  Como digo al principio, con el paso de los meses he aprendido a recordar el bautizo de mi hija entre risas y pensar que será una anécdota que pueda contar toda su vida. Pero lo cierto es que siempre llevaré conmigo el no haber disfrutado de un día importante que había estado esperando durante tanto tiempo. Quizás lo correcto sea perdonar, como el propio diácono me recordó aquel día, pero lo cierto es que a mí no me sale hacerlo. El perdón lo reservo para aquellos actos que puedo comprender.

15 comentarios

  1. karenmalv
    febrero 28, 2018

    Me dejas loca, chica!!! Pero esa señora q se creía??? Vaya loca!! Siento q no pudieras disfrutar plenamente del bautizo en el q habías puesto tanta ilusión. Quédate con q tu hija crece sana y pudo bautizarse a pesar de la loca esa. Un besote.

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  2. evitaladycat
    febrero 28, 2018

    Lo siento pero estoy llorando de risa, ya sabes que la anécdota de la vieja y el bautizo me llegó al alma en su día.
    Yo la hubiera denunciado por acoso.
    Y normal que se te quedara mal cuerpo, yo hubiera salido de la iglesia a darle una hostia y no de las del cura precisamente.
    Besis.

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  3. Rocío Bloguera
    marzo 1, 2018

    Wowww! Que miedo de señora! Menos mal que no volvió a aparecer, porque vaya tela! :O

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  4. Johannes Ruiz Pitre
    marzo 2, 2018

    Alucinando estoy!! En serio, qué intención tendría? menos mal que al final pudiste solucionarlo. Hay gente para todo como bien dicen por ahí. Besos guapa

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  5. Bea Ferriz
    marzo 2, 2018

    ¿Que fuerte, hay que estar muy loca! Suerte que se soluciono todo, yo no sé si sería capaz de perdonarle, pero tal vez si que empezaría a ir cada día a la iglesía para molestarle y pregunto yo, habrá confesado su pecado, tan creyente que es!

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  6. La Familia Menta
    marzo 2, 2018

    Me he quedado de piedra. Qué falta de respeto y qué falta de todo. Una verdadera lástima que esa impresentable no te dejara disfrutar de este día tan especial para vosotras. Pero al menos, por buscar un lado positivo, la peque no se acordará de ello cuando crezca, porque si no, imagínate qué recuerdo… ¡Un abrazo, bonita!

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  7. liditaswan
    marzo 2, 2018

    Madre mía!! Estoy flipando! Ya te digo que si yo hubiese sido tú le hubiese arrancado la cabeza de cuajo a la vieja! jajaja Flipando vamos, pero que mal que ni siquiera te llamaran para confirmar.

    Nosotros nos casamos y el mismo día bautizamos a la niña, y tengo que decir qeu el cura que nos casó (había estado solo en conventos) hizo una ceremonia de mierda jajajaja

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  8. esconditedemama
    marzo 3, 2018

    Hay gente muy loca en el mundo. Sea cual fuese su motivación no tenía ningún derecho a involucrarse e intentar arruinar el día.
    Luego se dan golpes de pecho yendo de buenas católicas y son todo lo contrario.

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  9. mamirecientecuenta
    marzo 4, 2018

    No me puedo creer por lo que tuviste que pasar!!!! De verdad, pero la gente se le va la pinza o qué????
    Yo no sé cómo hubiera reaccionado pero bien seguro que no. Le monto el pollo de su vida y sí, de mi boca hubiera salido el… por mi hija MA-TO

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  10. Mis chic@s y yo
    marzo 10, 2018

    Me he quedado a cuadros…Y lo que no entiendo como el sacerdote se la creyó. Menos mal que al final se pudo celebrar el bautizo con normalidad

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  11. Ains…yo quise bautizar al mio en tres ocasiones y siempre algún invitado me cambiaba de fecha por conveniencia. Pero nada que ver con lo tuyo, me ha dado hasta miedo y todo, madre mía.

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  12. mamacuchufleta
    marzo 10, 2018

    Madre mía que fuerte que existan personas así, como se puede ser así? Que miedo de verdad. Lo que me parece peor es que el diácono la anulase a petición de otra persona que ni fueses tú, pero vaya… me alegro que al final se pudiera celebrar!

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  13. dulcematernidad
    marzo 10, 2018

    Madre mia!! pues que mal rato que tuviste que pasar, menos mal que como dices todo quedó en una anécdota para contar. Un abrazo!

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  14. 30 y... y mamá
    marzo 11, 2018

    Madre mía me quedo francamente alucinada!!! Nunca había oído algo similar. Flipo mucho por lo metomentodo que es la gente y la “mala baba” estropeando así un día importante para vosotros. Por supuesto también alucino con el sacerdote que no os llamase para confirmar dice muy poco de él. Por suerte finalmente pudisteis disfrutar de la celebración y tendréis siempre la anécdota ☺️

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  15. lasonrisadespeinada
    marzo 12, 2018

    Estoy entre el asombro absoluto y el miedo. Pero esa mujer que se le pasa por la cabeza para hacer algo así? Y el sacerdote por mucho que la conociese, qeu menos que confirmar vamos

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