Hasta hace un año, solo había visto coches eléctricos para niños en la zona de juego de los centros comerciales de mi ciudad. Eso cambió cuando un familiar llevó uno de estos juguetes al primer cumpleaños de mi hija. Movida entonces por la curiosidad me puse a investigar sobre ellos. El mercado era muchísimo más amplio de lo que imaginaba. Había coches eléctricos para niños Mercedes, Ferrari, BMW, Porsche… Réplicas perfectas del coche que los adultos querrían tener. En ese momento decidí que quería que mi hija tuviera uno en casa.
Mi experiencia con los coches eléctricos para niños
Tras mirar las páginas web de varias tiendas, elegí junto a mis padres un coche eléctrico para Daniela. No fue una decisión fácil. Había muchísimos modelos distintos, de características técnicas muy diversas y con precios variados. Mi conocimiento sobre las cuestiones técnicas era nulo, así que mi opinión se limitaba al diseño y al coste económico. Visto desde la distancia, creo que conseguimos un equilibrio bastante bueno en todos los aspectos. Por eso no me arrepiento de la compra aunque no la hemos aprovechado (aún) tanto como esperaba.
Daniela había disfrutado como una enana con el coche eléctrico que habían llevado a su cumpleaños. Nada hacía pensar que cuando tuviera el suyo propio no quisiera acercarse a él… Cuando el coche llegó, ella estaba enferma y no tenía ganas de mirarlo siquiera. Para rematar la situación, el ruido que hizo el coche al arrancar la asustó tanto que, hasta hace unas semanas, bastaba con acercarla a él para que llorara sin parar. Sin embargo, en ningún momento me he planteado venderlo.
Recordar su ilusión mientras paseaba en uno similar meses atrás era suficiente para saber que solo había que esperar al momento adecuado para darle uso. A fin de cuentas este juguete está recomendado para niños entre los 2 y los 8 años. Y no me equivocaba. Poco a poco hemos favorecido que la peque se acerque al coche hasta que ha perdido completamente el miedo que parecía tenerle. Ahora podrá disfrutarlo tanto como nosotros habíamos imaginado al comprarlo.
¿Por qué regalar un coche eléctrico a un niño?
Quizás estéis pensando que tras esta experiencia no se me pasaría por la cabeza regalar a un niño un coche eléctrico. Nada más lejos de la realidad. En diciembre cumplió años uno de mis sobrinos y propuse a los abuelos la compra conjunta de un nuevo coche eléctrico. Reconozco que con él la decisión era menos arriesgada. Es un año mayor que Daniela y nos consta que le encantan este tipo de juguetes.
Estábamos seguros de que le haría una ilusión enorme poder tener su propio coche eléctrico. Su reacción no hizo más que corroborar esta idea. Desde que se lo entregamos, han sido muchas las veces que se ha paseado en él. Sólo le encuentra un defecto: le gustaría que fuera más rápido. Por suerte, en este aspecto, el juguete está más limitado que su imaginación.
Puede que en este tema no sea muy objetiva. Sé que los coches eléctricos para niños no son un juguete que deba adquirirse a la ligera. Y entiendo a quienes opinan que hacer una invertsión importante en un juguete es desproporcionado. Pero todo es relativo. En los casos que he descrito, las personas que hemos adquirido los coches electricos no hemos gastado más que si hubieramos comprado regalos por separado. Y creo que los niños a veces pueden disfrutar más un regalo especial que de tres olvidables.
Además, es increíble ver su ilusión al verse convertidos en adultos por un rato. Para mí, que nunca he podido ni podré conducir, eso es lo más satisfactorio. Ver a mi hija disfrutar de algo tan simple, pero que yo tanto anhelo, me reconforta.
Que pena que no los fabriquen para soportar un peso de 70 kilos… Sería la primera en comprarlo.