Ayer el pequeño Leone, hijo de la influencer italiana Chiara Ferragni y el rapero Fedez, cumplió un mes de vida. Para los que no conozcáis estos nombres, os diré a modo de resumen que Chiara es probablemente la bloguera más influyente del mundo. En 2009 puso en marcha, junto a su entonces pareja Riccardo Pozzoli, su proyecto The Blonde Salad que alcanzó un éxito increíble en poco tiempo. A día de hoy, ella tiene 12,5 millones de seguidores en Instagram. Una auténtica locura.
Lo que a algunos les parece también de locos es que, en escasos treinta días, ya haya publicadas 43 fotografías del pequeño en esa red social. Y sólo contabilizando las publicaciones típicas. Si se tienen en cuenta los Stories la cifra sería muchísimo mayor. Tal ha sido la exposición que, ante las críticas de sus seguidores por la posible comercialización de la imagen de un menor, los padres han dado explicaciones públicas. Se defienden argumentando que en ninguna de las fotos hay marcas enlazadas. Y alegan que, aunque ellos no mostraran a su hijo, los paparazzi harían publica su imagen (en Estados Unidos la imagen de un menor no goza de la misma protección que en España).
No es el único caso de influencer que expone la imagen de sus hijos en redes sociales. Verdeliss, sobrenombre con el que conocemos a Estefanía Unzu, es una chica que en 2008 creó de manera casual un canal de Youtube que actualmente tiene más de 1.300.000 suscriptores. En él podemos ver su día a día, el de su marido y el de sus seis hijos. A mí, que la mayoría de días me cuesta encontrar tiempo y ánimo para publicar una foto o escribir un tweet, me asombra la capacidad de esta mujer para, sin ayuda doméstica, llevar adelante una casa de esas características y mantener la cámara grabando desde el momento en que se despiertan hasta que vuelven a dormirse.
De sus hijos, especialmente de los más pequeños, se puede ver todo: su nacimiento, sus primeras horas de vida, el primer baño, el momento de conocer a sus hermanos… Sabemos cómo son, cómo visten, qué comen, adonde van para divertirse… Verdeliss argumenta que es una forma de conservar recuerdos (algo así como un álbum de fotos pero adaptado al 2.0) y que dejará el canal en el momento en que los niños no quieran seguir con ello.
Supongo que impulsadas por los deseos de emular estos éxitos, se han creado cientos de cuentas en las que blogueras e instagrammers muestran diariamente a sus hijos. Muchas de ellas tienen rasgos comunes. Hay fotos tan cuidadas como las de cualquier catálogo en las que los menores aparecen realizando acciones cotidianas y, en ocasiones, se patrocinan productos relacionados con el mundo infantil.
¿Está justificada la exposición de los hijos en estos casos?
Realmente no creo que sea una cuestión que necesite justificación. A los padres de esos niños les apetece exponer su imagen, pueden hacerlo y lo hacen. Poco más habría que añadir. Yo misma he colgado fotos de mi hija en redes sociales. Creo que, con mesura y precaución, subir una instantánea a internet no produce ningún daño. Hoy puedo decir que no me he lucrado gracias a su imagen. Pero tampoco me haré la digna porque quien sabe que pasará mañana.
Por eso mismo no entiendo los argumentos tan peregrinos con los que nos deleitan las influencers. Pareciera que necesitaran convencerse a ellas mismas… Quizás sea muy malpensada, pero me cuesta mucho imaginar a Chiara subiendo una foto de su hijo en la que se puede ver en tres ocasiones la marca Nike sin que haya retribución de algún tipo. Por no decir que todos sabemos que una bloguera de ese nivel no necesita mencionar a una marca para que en menos de un minuto todos sus seguidores sepan dónde encontrar el conjunto.
Hay demasiadas fotos del pequeño en las que el look es el verdadero protagonista para no sospechar de la comercialización, directa o indirecta, de su imagen. Y sí, es innegable que la imagen del pequeño iba a ser pública más pronto que tarde. Pero la exposición en la esfera privada no sustituye a la pública, sino que se suma a ella. Los paparazzi, por ejemplo, nunca habrían podido captar fotos del bebé en sus primeros instantes de vida.
Tampoco entiendo las excusas de Verdeliss. Ella dice que parará en cuanto alguno de sus hijos no quiera seguir. Pero me pregunto si es posible elegir sin tener en cuenta el condicionante económico. ¿Son realmente libres de elegir los menores si su decisión mengua los ingresos de toda la familia? Incluso si la respuesta a esta pregunta fuera afirmativa, en ningún caso disminuiría el nivel de exposición al que hubieran sido sometidos hasta entonces. El momento en que Eider y Anne abandonan el canal del parto ya se ha visualizado casi siete millones de veces, y a saber en cuantos ordenadores no estará descargado… Ellas nunca podrán remediar eso.
La coherencia es la clave
La reflexión final que quiero dejar en este post es que no creo que haya una postura adecuada en lo que a la exposición de los hijos en redes sociales se refiere. Cada padre es libre de actuar como considere oportuno y nadie, más allá de sus hijos, está legitimado para juzgarle. Pero seamos coherentes… Si la acción de exponer a un hijo repercute directamente en la consecución de colaboraciones, patrocinios o cualquier otra actividad retribuida, quien la ejecuta se está lucrando de la imagen de un menor.
¿Es malo? No necesariamente. Seguramente esos pequeños tengan una buena calidad de vida gracias a ello. Quizás los beneficios permitan a esos padres dejar de trabajar para dedicar más tiempo a sus hijos. Es probable que puedan proporcionarles una formación académica más completa. Tendrán comodidades que no todos los niños pueden disfrutar. Incluso puede que se alimenten mejor (los precios actuales de las frutas y verduras son otro tema).
¿Suena mal? Sí, mucho. Pero hay tantas cosas que esta sociedad hipócrita practica pero no quiere asumir… Pero evitar nombrar algo no lo hace desaparecer.
abril 20, 2018
Genial. Lo has dicho de una forma muy clara. Todo el mundo se coge la cabeza porque salen niños en IG y luego son los primeros en apuntarlos a cualquier competicion, concurso o lo que sea que implica que el niño sea fotografiado y visto por cientos de personas.
Con responsabilidad y coherencia nuestros hijos estarán protegidos.
abril 20, 2018
La coherencia es una cualidad que escasea hoy en día…
abril 20, 2018
Me ha gustado mucho el post, muy buen argumentado.
Si te soy sincera no me gusta nada exponer a los menores en las redes. A día de hoy los míos no salen (si lo hacen es de espalda o solo las manos …) pero como tu bien dices nunca se sabe que pasará mañana (aunque dudo que sea mi caso). Pienso que exponerlos sin que ellos lo hayan podido decidir no es miy ético, porque una vez subida ya circula para siempre. Pero es mi opinión personal, no juzgo a quién lo hace, cada uno es libre de hacer lo que le de la gana.
Creo que a día de hoy aún no hay una legislación porque es un tema nuevo, pero creo que debería haberla. Una cosa es subir imágenes y otra es lucrarse con ellas. En el mundo de la publicidad infantil hay unos contratos específicos para que no sea considerado explotación infantil (tu siendo abogada seguro que conoces más que yo el tema), y si un bebé al final es quién patrocina indirectamente algo debería haber para cubrir eso.
Ha habido dos casos ya de adolescentes que han denunciado a sus padres (y han ganado) por publicar su vida entera en redes. No digo que no se haga, pero que se haga con sensatez.
abril 20, 2018
Gracias por tus palabras y por el interesante comentario.
Efectivamente, la publicidad infantil (con sus luces y sus sombras) está más controlada por existir una relación laboral y un contrato. En el tema que nos ocupa es mucho más difícil establecer ese control. Las colaboraciones no suelen incluir expresamente la necesidad de que el menor aparezca en la publicación, pero está claro que sin la exposición de éste muchos de esos intercambios no se producirían.
El problema con la legislación es que siempre va por detrás de la actualidad. E Internet se está moviendo demasiado rápido. Pero yo también espero que pronto se pongan las pilas con esto.
Conozco los casos que has comentado y estoy segura de que en el futuro habrá muchos más. ¡El tema da para mucho!